domingo, 30 de junio de 2013

Artur Freddy Krueger Mas Personaje patán III



A los falsos profetas les sucede a menudo: los dioses les hablan en sueños. Es lo que tiene el mesianismo. Ese era, in illo tempore, el mecanismo habitual de comunicación entre deidades y mortales, cuando las modernas telecomunicaciones eran, precisamente, un sueño. Los profetas actuales, encuadrados en el gremio de charlatanes y telepredicadores, podrían incorporar a su bagaje nuevas herramientas como el teléfono celular o el twitter, pero los hay que prefieren aún la bola de cristal adivinatoria o el brumoso onirismo. 

Artur Mas obedece a ese patrón tradicional, pues dice (véase la crónica titulada Onirismo patriótico) que la pérfida España quiere acabar con el sueño colectivo de todo un pueblo. Erre que erre con los sueños. Mas ha elegido la senda del enlabio muy atinadamente, pues el sueño es intangible, y si alguien pretende atraparlo con las manos, se escabulle entre los dedos como arena de la playa… es un ámbito esquivo a la lógica, a la razón y no es extraño que tan conspicuo patán se sienta más cómodo con esas vaporosas metáforas y prefiera hablar de sueños que de leyes… porque los sueños no son materia mensurable ni fiscalizable, y es más fácil abducir al paisanaje, o encabronarlo, vendiéndole humo, sueños, que no una rigurosa política de control del gasto público. Los sueños van de la mano de la poesía y por un verso exaltado, o un sueño no vivido, puedes hacer que un tipo anónimo agarre una pistola y le meta un tiro en la nuca a otro.

Los sueños, sueños son, pero pueden convertirse en las peores pesadillas si se trasladan al mundo de la vigilia. Eso les sucede a las personas que, mientras duermen, son replicadas, sustituidas, por alienígenas que emergen de una vaina en La invasión de los ultracuerpos, una película espantosa que describe a las mil maravillas, sin sospecharlo el guionista, el asfíctico ambiente dominante hoy en Cataluña, en Catrix… donde los disidentes son señalados por una masa de humanos zombizados, medio sonámbulos, con un aullido delator que estremece. Película que debería guardar en su videoteca, como oro en paño, todo patán que se precie. También el sueño abre sus puertas a otras criaturas malignas, aunque el durmiente no viva en Elm street. Ahí está Artur Freddy Krueger Mas, agazapado, llamando a tu puerta en cuanto tiendes los párpados vencido por el dulce sopor del sueño.

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