lunes, 19 de agosto de 2013

Personaje patán VII: Pep Guardiola

Pep Guardiola… tachán… con sus atildadas maneras, refinado y elegante, trajeado de la cabeza a los pies, valedor de las tiranías del Golfo Pérsico… Qatar es una democracia a su manera… o eso dijo para ilustrarnos con su gran sabiduría sobre los regímenes que son en el ancho mundo, eleva el patanismo a cotas versallescas.

Casi nos convence en su día para abrir una cuenta corriente en el Banco de Sabadell… uy… el espíritu ganador, la cultura del esfuerzo… todo el spot en blanco y negro, qué estilazo, compartiendo estudio, entre otros, con esa gran repostera de las ondas que es Julia Otero. A sus graves y sesudos conocimientos de Geopolítica, que harían palidecer al prusiano Clausewitz, hay que sumar, pues, su doctorado en el enrevesado mundo de las grandes finanzas… lástima que no nos avisara a tiempo del mayúsculo lío de las preferentes. Pero flaquea Guardiola en Geografía al confundir burdamente los puntos cardinales… incomprensible baldón en un espíritu como el suyo, de fuste renacentista, el hombre total, y un esteta, que ni Oscar Wilde, del arte balompédico.

En efecto, Guardiola, tras respaldar el proceso soberanista impulsado por nuestro Mesías aborigen, Artur Mas (Arturo en las cuentas de Liechstenstein), aterrizó en Alemania para entrenar al Bayern Munich. Quizá fue el cambio de aires, o que se atizó la primera jarra de cerveza local, y eso que no celebraban aún la Oktoberfest la cuestión es que se le desajustaron unas cuantas conexiones cerebrales, y con esa voz queda, modulada como en un susurro, anunció que procedía de un pequeño país del norte… y claro, para un alemán, aún de la meridional Baviera, el norte es la península de Jutlandia, esto es, Dinamarca, y de ahí para arriba, el Círculo Polar Ártico.

Un patán ataviado con traje de Armani no es menos patán que uno con fajín, “espardenyes” y barretina calada hasta las cejas. Guardiola, antes de dibujar tácticas de ataque en el pizarrín para adoctrinar a sus nuevos pupilos de vestuario, debería, como dicen los cursis, visionar, pertrechado con una brújula, los episodios de Barrio Sésamo para que Coco el Pupas le recuerde la diferencia entre arriba (norte) y abajo (sur). 

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