domingo, 1 de diciembre de 2013

David cop de cup al cap Fernández - Personaje patán XIV



David Fernández, Fdez, pertenece a esa generación de batasunos catalanistas que echaron los dientes con el atentado de ETA en Hipercor. Entonces, tenía 13 añitos, era un mozalbete, pero en los debates del insti ya asombraba a profes y condiscípulos, largando, entre pausas enfáticas, que debemos implementar un diálogo constructivo para abordar el conflicto vascoo que la cerrazón del Estado opresor, ante las legítimas reivindicaciones de todo un pueblo, obliga a explorar vías de lucha distintas a las convencionales, u otras majaderías por el estilo.
  
Hay gente para la que achicharrar a docenas de personas, niños incluidos (víctimas colaterales del conflicto), llenando de explosivos el maletero de una furgoneta aparcada en unos almacenes para detonarla con un mando a distancia, es algo sublime. Tampoco meterle un tiro en la nuca a un concejal de pueblo, con las manos atadas a la espalda con alambre, es una bagatela. Proezas que, en determinados círculos, impermeables al dolor ajeno, revisten a sus autores de un aura de grandeza, del halo místico del combatiente, the mystic warrior… el último guerrero pintarrajeado de los apache-chirikawa que saluda, sobre una loma batida por el viento, el crepúsculo anaranjado. ¡Qué tíos…!

David, cop de cup al cap, Fdez, blande su sandalia y nos dice: no tengo más armamento que mi palabra, mis brazos desnudos y estas chanclas. Es tan modesto que ejerce la mayordomía como chófer de Otegui cuando el líder pro-etarra viene a Barcelona a conceder entrevistas a TV3, la tele que pagamos todos, y que le rinde cámaras como estandartes de un ejército derrotado. Lacayuno desempeño de Fdez que recuerda vagamente al de un desconocido terrorista del GRAPO, lo vimos en la tele, que al salir del trullo junto al sanguinario Troitiño, en aplicación de la traída y llevada sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, consideró que no se le podía conceder más alto honor que el de mozo trascantón que carga los bultos del etarra aclamado por los suyos.

Le dice a Rato, nos veremos en el infierno… y añade, su infierno será nuestro paraíso, citando a Moravia… con lo que David Fdez considera que goza del don de la bilocación y que puede estar en el infierno para disfrutar como un voyeur babeante de los tormentos eternos a los que Rato será sometido, sin que se los inflijan a él gracias a un salvoconducto expedido por un diablillo menor de la burocracia satánica, al tiempo que tañe el arpa en el paraíso, sobre el mullido regazo de una nube. En su paraíso, por supuesto, las almas de las víctimas del atentado de Hipercor pican piedra en una cantera, con grilletes a los pies. Sus pies, en cambio, son ligeros y delicados, tanto como los de una geisha, o de una bailarina, y destilan el aroma del ámbar. La tragedia de Fdez es que, a pesar de su indumentaria y de sus modales, no es más osado ni más duro que el propio Mas, que siempre lleva corbata, los días que nuestro viajero presidente no se tiene por la reencarnación de Gandhi. Cap cop de peu de la cup al cap.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario